Descripción
271 páginas. Fantástica, no ya sólo novelesca, y poi momentos inverosímil, es la carrera de Manuel Godoy: de guardia de corps en la corte de Carlos IV a dueño virtual de España y las colonias americanas, para terminar siendo un vejete desterrado que dictaba sus memorias con ánimo reivindicativo y tomaba el sol anónimamente en las Tullerías de París. Pero aquel apuesto mozo extremeño que tanto partido supo sacar de su físico, conquistando no solamente los favores de la reina María Luisa —la desdentada arpía satirizada plásticamente por Goya— sino la voluntad del consentido rey —rectificación lamentable del benemérito Carlos III—, carecía de dotes intelectuales parejas. Un motín de lacayos en Aranjuez, según lo ha descrito Caldos, bastó para derribarle, y los acontecimientos le sobrepasaron en todo instante, sin que el Príncipe de la Paz —título que le fue con-ferido por la firma de un tratado nada honroso para España— supiera mostrarse a la altura de aquéllos. Porque la riqueza histórica de la época en que transcurre la vida de Godoy es excepcional: cruce entre dos siglos tan diversos, el XVIII y el XIX, reflejos próximos de la Revolución Francesa, penetración insidiosa de Napoleón en España, guerra de la independencia, vuelta de los Borbones, represiones de Fernando VII… Mas esta somera enumeración apenas puede dar idea de la multiplicidad de grandes hechos y pequeñas peripecias que jalonan la vida del dictador Godoy durante sus ochenta y tantos años de existencia, y que Jacques Chastenet ha resucitado diestramente en este libro con veracidad de historiador objetivo y con pareja amenidad narrativa, de constante y aleccionador interés. A través de estas páginas la trayectoria histórica de Godoy, a quien se ha llamado el “primer dictador de la época moderna”, se nos muestra como un resumen y anticipación de la que luego han seguido otros ejemplares del mismo género en su siglo y en el nuestro; y en tal sentido conocer sus andanzas es no sólo intimar con la historia pretérita, es sentir el latido de la historia viva. — GUILLERMO DE TORRE