Descripción
118 páginas. La protagonista —que narra su historia— es una mujer joven, casada y con varios hijos; hay en su vida dos grandes problemas: uno místico, el otro sentimental. El amor por un hombre, doloroso y frustrado durante el tiempo que dura el relato, podría parecer el tema principal de la novela, porque toda la acción gira en torno a él; sin embargo, el problema religioso es quizá el más importante ya que, aunque no dirige los actos, transforma la psicología. La muchacha ha abandonado en la adolescencia las creencias y dogmas de su infancia; sabe que es demasiado racionalista para recobrarlos, pero intuye a Dios. Sin apoyo alguno, sin otra orientación que los tratados sobre mística y los textos sagrados de diversas religiones, trata de buscarlo; ahonda dentro de sí para descubrir ese misterio que, según comprende, es lo único que vale la pena de encontrar en la vida. Entonces aparece el más terrible de los obstáculos: el amor al hombre, que no es sino la criatura y no el Creador. Ese hombre no es su marido, pero no es este hecho lo que importa aquí, porque el dilema no se plantea dentro de los términos de la moral corriente. Un amor legítimo habría significado exactamente lo mismo, porque siendo un fenómeno de la atención —como señala Ortega y Gas-set— entraña una distracción gravísima y permanente de la meta verdadera, que en este caso es la iluminación espiritual. El amor al hombre, que ha reemplazado el amor a Dios y tomado muchas de sus características, concluye. La protagonista se encuentra en el punto de partida, pero con un desaliento más, porque conoce mejor su debilidad. Comprende que su esfuerzo de superación espiritual está perpetuamente amenazado. “Desde cualquier parte” —dice al terminar la narración— “podría acecharme otro Diego, que no me tentara con la carne sino con el espíritu, y la paciencia de años vería su obra en ruinas. La cárcel cerraría de nuevo sus puertas entreabiertas; los hierros me encadenarían una vez más, y yo los amaría”.