Descripción
39 páginas. -Notas en bolígrafo en las págs. 31 y 36.- Existe el arraigado, seguro y justo convencimiento de que la Antártida es parte integrante de nuestro territorio nacional por antiguos derechos jurídicos (que se remontan hasta los tiempos españoles), afirmados por razones reales de natural contigüidad geográfica y geológica, y en positiva ocupación ininterrumpida durante 56 años, con voluntad soberana de poseer y de ejercer dominio. Ningún país del mundo puede aducir iguales títulos, manifestaciones, condiciones y hechos de pertenencia de tanta validez como nosotros. Si por fundados motivos de defensa debemos preservar nuestros derechos soberanos sobre nuestras tierras y mares australes, sin arrogancias ni violencias, pero con firmeza, frente a los dos Estados que formulan reclamaciones indebidas sobre nuestra Antártida, mayor razón nos asiste para no ceder ante las potencias fuertes y ricas que quieren desalojarnos a fin de actuar libremente en todo el Sexto Continente, sin impedimentos jurisdiccionales de ninguna naturaleza. Necesitamos, también, nuestra Antártida para la integración económica de la Argentina de mañana. Facilitar la segregación de nuestra Antártida, tendrá el consecuente alcance de poner en peligro nuestros derechos sobre nuestras Islas del Atlántico Sur y de retardar la recuperación de las Islas Malvinas, a las que, por ser nuestras, debemos reintegrar a nuestro dominio absoluto, sin condiciones, sin trueques y sin tratos: sólo admitir esta posibilidad significa hacer mercancía con lo que es inalienablemente argentino. La pérdida de nuestra Antártida pondrá en peligro, asimismo, en un porvenir más o menos lejano, la constante posesión soberana de Tierra del Fuego y del Sur patagónico. ¿Cómo deberán ser llamados por nuestros conciudadanos y por quienes los juzguen en el futuro, los argentinos que, concientemente, con la acción que ordena y con la que obedece; con la indiferencia que deja» correr y con el silencio que tolera; con la pluma que elogia y que confunde ; con la palabra autoritaria que resuelve, y con la firma y con el voto que deciden, nos lleven a la secesión de nuestra Antártida -parte integrante de nuestro suelo patrio-, para entregarla a la internacionalización? ¡Está en vuestros labios la respuesta! ALBERTO M. CANDIOTI
