Descripción
226 páginas. El tiempo, la perplejidad metafísica, los muertos que perduran en el escritor, la germanística, el lenguaje, los libros, la patria, la paradójica suerte de los poetas, el ajedrez y los espejos, todo vuelve a hacerse presente en las líneas y versos y palabras que Borges, haciendo un “museo de sus simpatías y preferencias”, compila en esta nueva antología personal. Sobre este segundo intento de antalogarse a sí mismo, la severa autocrítica de Borges le hace reconocer que sólo el tiempo puede editar antologías admirables. “Lo que un hombre no puede hacer —dice— las generaciones lo hacen.” Lo que está plenamente de acuerdo con otras afirmaciones suyas que tienen el mismo origen y el mismo fin: “un autor debe intervenir lo menos posible en la elaboración de su obra”, y “debe tratar de ser un amanuense del Espíritu o de la Musa, no de sus opiniones, que son lo más superficial que hay en él”. La elección que hace ahora, después de tantos años de su primer intento, es completamente nueva, con contadas excepciones de textos y poemas que perduran en su conciencia. Por ello, Borges espera que lo elegido prosiga “su intrincado destino en la conciencia del lector”.