Mascaró, el cazador americano – Conti, Haroldo

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Conti, Haroldo

Estado del ejemplar: Usado - Bueno
Número de inventario: 507338

Detalles bibliográficos

Editorial: Editorial Crisis, Buenos Aires
Año de publicación: 1975
Encuadernación: Rústica con solapas
Estado: Usado - Bueno
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Mascaró, el cazador americano | Conti, Haroldo | Editorial Crisis | 507338

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Descripción

284 páginas. “Mascaró se me apareció hace cosa de tres años. Yo estaba vacío y triste, después de haber publicado “En vida”, y como ocurre siempre, pero en este caso muy especialmente, pensé entonces que no volvería a escribir una sola línea en todo el resto de mi vida. No me sorprende ahora haberme equivocado, a tal punto que en esos tres años escribí dos libros, aparte de otras cosas, porque eso me ocurre generalmente. Salvo los premios no acierto por lo común en nada. Bueno, yo estaba vacío y triste cuando un buen día escuché de un auténtico vagabundo la increíble historia del Príncipe Patagón. Me gusta escuchar a la gente. Creo que eso me salvó. Pegué un salto en el aire. Ahí tenía mi próxima novela. Tan clara la tenía que me abalancé sobre un papel y escribí de un saque el plan. Fue la primera vez que tuve un plan del principio al fin. Sirven tanto como un plan económico o el pronóstico del tiempo. Fue tan sólo un punto de partida, una especie de compromiso. Mascaró tenía que madurar dentro de mí. Eso me llevó su tiempo. Nunca me apresuro en esos casos. Sucede que llega un momento que la historia empuja tanto dentro de uno que sale afuera por sí sola. Así fue. Mascaró me hacía señas desde un costado de mi vida llamándome a su loco camino. Pues bien, tanto empujó que otro buen día, para cortar amarras, salté de golpe al camino, me marché inclusive de mi casa, abandoné todo y ahí empezó mi vida con Mascaró, es decir, empezó la novela, que para mi es siempre un auténtico “modus vivendi”. Resumirla en un par de líneas no tiene sentido. Podría intentar una especie de comentario conceptual que, en definitiva, puede aplicarse tanto a Mascaró como a la Imitación de Cristo o a un libro de Napoleón Primero. Eso le corresponde, en todo caso, a los críticos. Contar la historia sin encarnadura sería falsificarla. Y contar la historia tal cual aconteció sería narrar la novela de nuevo. Porque aquel plancito creció y creció como un árbol y así entraron en esa historia desde mis más sencillos amigos como Tony Bekc o el capitán Alfonso Domínguez, alias “Cojones”, hasta esta tierra de lucha y esperanza que se llama América. Mascaró daba para todo. Creció y creció como un tremendo canto y yo era a medias el cantor porque se juntaron tantas y tantas voces que Mascaró realmente no me pertenece. Ahora, a diferencia de esas otras veces, no he quedado triste y vacío porque Mascaró sigue vivo y me demanda nuevos caminos. Siento, eso sí, la breve tristeza de despedirme de él para que comience a compartir su camino con otras gentes. Aquí estamos, pues, a un costado de ese camino diciendo los adioses y estrechando su firme mano. Pero yo sé que volverá. Yo sé que volverás, compadre. Por eso te digo hasta siempre. No te olvides de mi, ni de mi compañera, los que tanto te amamos. Volvé pronto para que podamos seguir viviendo y amando, oscuro jinete, dulce cazador de hombres. Mascaró, alias Joselito Bembé, alias la Vida.” Haroldo Conti

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