Descripción
190 páginas. En un país en que el Estado, como gigantesco Moloch, es dueño de los medios masivos de comunicación, controla la prensa a través del suministro de papel (que maneja a discreción) y de la entrega de noticias por las agencias oficiales, monopoliza la educación, la cultura y hasta el deporte, posee todos los servicios públicos y todas las producciones básicas —entre ellas, las energéticas- ya sea en su generación o en su comercialización o en ambas etapas; dispone a su arbitrio de la emisión de moneda y por lo tanto de su paridad interna y externa; regula rígidamente el crédito con exclusivo sentido político; opera desde comercios de golosinas hasta fábricas de tanques y aviones y produce desde azulejos hasta fragatas misilísticas; en un país, en fin, totalmente socializado, son muy pocos los hombres realmente libres y menos aún los que se aperciben de tan crítica situación y alientan fuerzas morales para oponerse al avance y consolidación del monstruo estatal, devorador de al-bedríos y voluntades. A esos pocos hombres libres, dedico estas páginas. Con el íntimo deseo de que sean una esperanza gracias a ellos y no una despedida. Y que los hombres libres que aún existen, puedan hacer posible que lo que aquí se pronostica nunca llegue a ocurrir.
